Por Guadalupe Gómez
Tras 7 años de la creación del piloto de la Liga Femenil en el país, hoy convertido en una realidad los progresos de su implementación muestran avances significativos en el ámbito deportivo.
El 3 de mayo de 2017 se puso en marcha el primer torneo nacional para la rama femenil, un proyecto respaldado por la Federación Mexicana de Fútbol que reunió a las jugadoras provenientes de ligas amateurs y extranjeras dispuestas a sumarse al plan en la búsqueda de empoderamiento en el balompié.
A partir de su año debut logró posicionarse a nivel nacional rompiendo récord de asistencia siendo antecedente de lo que venía: aumentos justos en los salarios de las deportistas, la contratación y venta de futbolistas con proyección europea, mayor alcance en medios digitales, difusión de los partidos en televisión abierta y plataformas, debuts profesionales continuos y la causa más importante fue el seguimiento cercano a los crecimientos profesionales.
Respetar los procesos es un factor fundamental para prosperar, ejemplo reflejado actualmente en todas las categorías de la selección mexicana quienes se mantuvieron escalando a través de los últimos años para tener un lugar dentro de los primeros puestos de la (CONCAF) confederación número uno a nivel femenino perteneciente a la FIFA, desde el arranque de la liga el nivel competitivo en el campo ha permitido un margen de mejora de resultados en partidos frente a potencias como Estados Unidos, Canadá e Inglaterra logrando mantener la victoria en ocasiones.
La reciente relevancia adquirida ha vuelto a la liga un destino atractivo para jugar y mantener una exposición de carreras, de acuerdo con esto es imprescindible manejos óptimos en el siguiente paso a dar para no retroceder en cuanto a avances, es vital interponer los fines deportivos antes que los económicos y de seguir así ya no se trataría de un potencial por explotar sino de una consolidación bien lograda.